En aquel año de 1974, yo había desarrollado una especie de demoniomanía. O sea, la idea de que el demonio me perseguía. El,según mi idea, estaba en los jóvenes de mi barrio y en todos los que veía en los bailes donde iba.Y en el colegio, claro. Yo tenía 15 años. Agobiado por las cargadas de mis compañeros en el colegio, me sentia atribulado, lleno de temor, y creia que venia el fin del mundo. Ya me encontraba influido por la iglesia católica, ideas que me alentaba mi tia Margarita, en su inocencia, pues sólo ejercía su estado de ser personal, debido a problemas personales, de ella, no resueltos. En esta situación, -ya viéndolo a la distancia, con total madurez, y sin ningún problema- deambulaba por la ciudad, compungido, y lleno de ideas mezcladas, entre el espacio y el tiempo, Dios, el demonio, la biblia, el fin del mundo, etc...Por eso, en un almuerzo, cuando llegué de mi clase del cuarto año del secundario, "veo" a mi padre y las empleadas -una del laboratorio de él, y otra de la casa- con la influencia del diablo. Me quedo patitieso y digo sin mediar conversación, con rostro de pavor, de miedo, "quiero vivir"..."no jueguen conmigo"...
Mi padre no entiende. Las dos mujeres, tampoco. Para ese día, creo, o al otro, es cuando me voy a caminar sin rumbo, y decido ir a ver al sacerdote, el padre Alvarez de la parroquia del barrio. Llego y le digo:
--Padre....creo que estoy endemoniado...
Saca un rosario del bolsillo. y me dice
--¿Ves esto?...no..no...tienes que ir a un médico...
--Pero creo que viene el fin del mundo....
--No, no...
Continúa él. Y sigue:
--¿Qué síntomas tienes?...
--Debilidad en el órgano sexual.....(??)
Luego me alienta, y me voy. Sigo caminando sin rumbo. Vuelvo a mi casa. Subo a mi habitación del primer piso. Abro la puerta. Estoy en junio de 1974. Me siento mal. Miro al techo. Pienso cosas del fin del mundo. Cuando llega la hora de cenar, le digo a mi papá:
--Vamos....llévame a algún lado. Quiero dar una vuelta.
--Bueno..bueno...¿qué te pasa, Oscarcito?...
Salimos con el auto. Le digo
--Ven, entremos al cine...
Entramos. Nos sentamos en el cine Cervantes. Vemos diez minutos de una película de cow-boys. Todavía me acuerdo, que es hay una diligencia que se queda en un arroyo. Le digo
--Vamos..vamos...
Salimos. Llegamos a mi casa. El, mientras tanto me habla algo que no recuerdo., Al llegar mi madre nos pregunta dónde fuimos. Le decimos. Me tiro en la cama matrimonial de ellos-que hoy es la mia y la que tube con mi ex-mujer hasta hace ocho meses- y empiezo a gritar, desde poco, hasta mucho.
--¡¡Pa!!!pa!!!´paa!!pa!!!!
Pienso en esos instantes, "¿paz o papá?..papá del cielo o papá mi viejo?"...Porque no sabia porqué hacia eso.Pero lo hacia, con inmenso terror. Pánico indecible. Desesperado. Atocigado.Y todos los demás "ados". Comenzaba el infierno. O seguiría. A veces, atenuado, claro. Nunca puede ser tanto. ¿No?.
Llaman al doctor Martinez, un clínico. Y a otro más, creo. Me ponen inyecciones. Duermo diez días. Hasta mas o menos, la muerte del general Perón,el 1 de julio. Yo también habia muerto. ¿O viviría otra "vida"?.O sin comillas. No. Lo que pasaría sería peor,-con períodos celestiales, también, por cierto- pero era el primer paso, para llegar hasta el séptimo cielo, que vivo mientras escribo estas lineas. Y luego diría "Si quieres llegar al cielo, antes es necesario que atravieses el infierno". Tal cual.
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