Uno muchas veces no tiene agrado al vecindario. No le gustan ciertos personajes. Pero es como la familia, y hay que aceptarlos. Por eso, acepté a todos. Hasta que un buen día viajé a Mendoza, y tuve otros vecinos. En San Martín, estuvo el flaco Luis, Hugo, Mario, Maria Patricia, etc...etc....y en general, yo solía ser como soy. Simple. Y a veces, complicado. Nos reuniamos en los cumpleaños. Muchas veces, afuera con los calores del verano. Cuando había algún temblor...¡rajemos!....Y a tomar una copita de coñac, si era invierno. El gordo Pancho, estaba siempre listo para cruzarse de vereda, y conversar unos minutos. Además de reirse de alguien. Ja!. El flaco Wespi dijo una vez, haciendo la seña
--Meno mal que fue asi, el movimiento, porque si era asi(otra seña) acabamos todos...
Jaa!!!
Era cómico. Yo igual, eh.
En los setenta jugábamos todos al tenis de mesa. Otras veces, en el patio a comer asado y contar chistes, la más de las veces, picantes.
Veiamos televisión, y chusmeabamos. Hablábamos de otros vecinos. En fin, la vida esta llena de gente. Hay que comunicarse.
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