Hoy, esta tarde a las cuatro, tomé el micro,y partí a mi sesión con el psiquiatra.Son 40 años, para 41. Pero vale la pena, mientras yo pueda asimilar,que mi enfermedad está controlada, y que la llevo muy bien. Luego,claro, de mi crisis, que sin embargo, me dejó un dulce sabor, de haber aprendido cosas,y de vivir más intensamente, sin exacerbación sin sentido.
Llegué, y esperé en el borde de la puerta del consultorio,porque aún estaba cerrado. Después, viene desde una cuadra, Rubén, mi terapeuta. Me saluda y abre el instituto. Entro, y conversamos.
Le cuento acerca de Claudia. Que la quiero invitar a bailar. Desaprueba esta idea.
--¿Si ya te dijo que es sólo tu amiga? ¿para qué insistes?.
Lo pensé algo, y claro, desistí de salir. Le dije
--Que salga de ella, si no, no volveré a insistir. Sólo con contactos a través de la red, eso si.
Entonces, me decía que no aumentara las expectativas, con ella, ni con nadie. Que no imaginara, más. Y que si deseo tener algo con alguien, que lo haga sin pensamiento mágico.
Por eso, rescato en esta sesión, la importancia de que dejara de insistir con Claudia, y como me dijo luego al final
--No caigas en pozos. Defiende tu alegría.
Y no dejó de alentarme por la astronomía, y el dibujo, dos tareas que realizo mucho últimamente, y me agradan en gran manera.
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