En aquellos años, el segundo del secundario, era aciago. Las cargadas eran continuas.No me dejaban en paz. Las compañeras se reían de cómo yo era molestado. Ustedes saben, eran niñas, casi. Yo contaba con 12 años; muy joven para el colegio. No atinaba mucho a decirle a los profesores, pero cuando lo hacía, ellos no hacían nada. Agobiados por no sé qué. No habían amonestaciones para ellos. Sin embargo, sí retos totalmente infructuosos. Y dirigidos a todos; no a los implicados con los golpes de tizas, manotazos, espupitazos, total indisciplina, y muy pocas ganas de estudiar. Yo sí, las tenía. Era lo que más me agradaba, y si rendía con buenas notas. No me llevé ninguna. Hasta el tercer año. En 1972, casi me voy en matemáticas. Y me desesperaba. ¿Habrá sido por temor a mis padres?. No tanto. Ocurría que yo no quería pasar las vacaciones estudiando. Además, de mi celo por no pasar verguenza, como quien se llevó una materia. Equivocado. Porque si uno se lleva materias, más puede aprender, y averiguar acerca de esa experiencia, para nada vergonzosa. Pero claro, a la sociedad no le gusta que sus hijos se lleven materias. Por eso, otros rebeldes, sí se las llevan de a cuatro,cinco, seis...etc...En fin, no me la llevé. Mi padre me dio una mano hablando con el profesor.Un ingeniero que se burlaba de los alumnos. Autosuficiente y arrogante. Por cierto, le agradezco que en un teorema que supe tenía que dar en el pizarrón, me haya puesto el diez, que me tranquilizó. Mi padre me comunicó que me llamaría a lección. Estudie bien, y todo de memoria. Algo de ese teorema, lo he usado hoy, más de cuarenta años después, en astronomía. Valga, si. Pero el profesor no era querido en el colegio.La verdad, sea dicha.
En aquel verano de 1972, partimos de vacaciones con mis padres, mi hermana y mi tio Ricardo, a Bariloche. ¡Qué hermosos paisajes!. Bellos quince días. La pasamos muy bien. Pesqué en aquella oportunidad, por primera vez, en el rio Limay. Con mi ya fallecido, tio Ricardo. Pero en ese año, tendria el bulling más axagerado del ciclo de mi colegio. No daba más. Me metieron una abeja en mi espalda, que me picó y sudé mucho, ya que lo hicieron frente centenares de chicas. No sabía que hacer. Era una lágrima mi vida. Me recostaba mirando el techo de mi habitación del primer piso, mirando un crucifijo, y con los ojos "ensangrentados",preguntando qué hacer, y porqué me pasaba esto. No hablaba con nadie sobre esto. Mis podres trabajando. Si, porque el trabajo es salud. Total, la mia no importaba. La posibilidad de quedar de por vida, afectado, el sistema no la consideraba. Hay que trabajar y ser ingeniero, politico, médico, etc....total, los jóvenes-como diría Luca Prodan, "divino tesoro"- se las arreglan. Y después ponen bombas, y se drogan. Matan. Son incomprendidos. Los políticos si son entendidos. Pero los votan igual. Y la mediocridad destruye la bondad. Y crea más maldad, más hipocrecía. La misma que los hipócritas políticos, y los que no son siguen logrando. Hipocrecia más hipocrecia, igual, lo mismo. Más de lo mismo. Y a cuarenta y dos años, estamos igual. Sólo han cambiado nuestros cuerpos. Dirían "Los Enanitos Verdes".
Para el año de 1972, yo inquieto, como siempre fui y soy, forme un grupo de investigación juvenil, de insectos, rocas, de astronomía, ciencias, con diez o doce vecinos de mi barrio. Una buena manera de enfrentar el bulling. Una inteligente forma de amar la vida, también. De hacer patria a mi manera.De salir un poco de la soledad. Se llamó el grupo CEICA (Centro del Este Investigaciones Científicas de Argentina) Yo vivía en San Martín, Mendoza, y por eso, del Este. Al cabo de un año, agregué el amadísimo fenómeno de los ovnis, que me llevó por una aventura intelectual, de 40 años, que aún continuo y me hizo madurar tanto, pero tanto, que francamente, le llamé el "grandioso fenómeno ovni". Si.Una aventura intelectual que me llevó a escribir, lean: miles de cartas. Y conocer centenares de investigadores de todo el país y varias partes del mundo. Llegué a dar conferencias en hoteles, institutos; escribí centenares o miles de informes, fui a congresos en algunos lugares, y sobre todo, me dio regocijo, para paliar lo que sería después, la "segunda parte del bulling", cuatro crisis psicóticas, de una pavor y estremecimiento tan grande, que, entre otras cosas hizo naufragar la realidad de....tener hijos. No importa. La valentía y el amor, pueden mucho más. Hay para contar, muchachos. Mi vida tiene variopintos de todos los colores. Porque en 1973, empezaré a reirme, con mi propio humor. Un chiste tras otro. Comenzaría la "carrera" de humorista.
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