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domingo, 11 de agosto de 2013

EL AÑO DE MALVINAS...

Este fue un año que me sentía extraño. Va!...¡tantas veces me he sentido asi!. El 2 de abril de 1982, estaba cosechando o ayudando más bien-porque no conseché,eh- en la finca de un amigo de aquel tiempo, Ricardo. Y nos enteramos del tiroteo en las islas Malvinas. La gente, toda en las calles, tocando bocina. Qué pena. Gritando por algo terrible que se nos venía El padre de Ricardo, -un gringo que estuvo en la Segunda Guerra Mundial- nos decía "los ingleses vienen, eh". ¡Y cómo lo hicieron!. La tristisima declaración de guerra(delirante) de Galtieri, y la más extraña repercusión de un pueblo en Plaza de Mayo. Una nación en quiebra, que fue sepultada por los canayas de la dictadura militar. Un grito de ahogo de miles de niños-porque eso eran- combatiendo en las trincheras, por la patria que ellos no conocian, ni sabian de la ferocidad de uno de los paises ganadores de la Guerra Mundial.De dos, eh. La primera y la segunda. Sé que los ingleses son sanguinarios y destructivos. Pero ´¿hay derecho para mandar a sufrir y morir a jóvenes inocentes y simples?. En fin...el hombre se autodestruye. Como les decia, yo había ayudado a cosechar, dando las fichas a los hombres y mujeres de la finca. En esos meses de Malvinas, me puse a recorrer casas, de amigos de mis padres. Cómo preguntando qué opinaban sobre la guerra que se venia. Solitario, con la mirada perdida, con la fobia, en este año, un poco atenuada. Sin trabajo, saliendo a algun boliche con alguna amiga. Con un médico psiquiatra que no daba en la tecla, y al cual dejé un año después. Un año que estaba como adormilado, en mis sueños de no saber que hacer con mi vida. Un año en que pensaba en Malvinas, y después empecé a escribir, acerca de la tristeza de la guerra. No me preguntaba mucho,sin embargo,porque no me encontraba a si mismo. Pero supe si, que cuando miles de personas, incendiaban autos, apedreaban colectivos, ante la noticia de la rendición, no comprendía una realidad de un argentino, perdido, extraviado, sumergido en la tristeza y la desazón, de su propia ignorancia, de su estupidez. Por esas cosas del destino, por esas cosas de la vida, retornaríamos a la democracia. Y a qué precio. ¿No es increíble?.

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